Alimentos que no deben guardarse en la nevera
Tomates, cebollas o café no deben guardarse en la nevera porque las condiciones de refrigeración pueden alterar su sabor.
A pesar de que la nevera se considera un refugio seguro para los alimentos, lo cierto es que algunos no toleran bien las condiciones de refrigeración. Y es que en muchos casos suelen ponerse en la nevera algunos productos que no sería necesario, como tomates, cebollas, café, miel, aceite, plátanos o patatas. Almacenarlos en la nevera, lejos de mejorar su conservación, empeora su sabor y favorece la formación más rápida de mohos. Es preferible conservarlos en la despensa, a temperatura ambiente. El artículo enumera algunos alimentos que no deben almacenarse en la nevera, explica por qué e indica cuál es la mejor manera de conservar todas sus particularidades.
Hay una cierta tendencia a guardar en la nevera todos los alimentos, sean cuales sean, bajo la falsa creencia de que así se conservarán mucho mejor. Incluso en caso de duda, se recurre a la nevera porque se piensa que es lo mejor. Pero en ocasiones, más que favorecer su conservación, lo que se consigue es lo contrario, es decir, que los alimentos pierdan sabor, textura y, en algunos casos, que se favorezca la formación de mohos. Guardar los alimentos en el refrigerador no implica en general un riesgo alimentario en sí, pero a veces sí causa un deterioro de la calidad y una disminución de las propiedades.
Qué alimentos no conviene guardar en la nevera
Algunos alimentos se
estropean si se guardan
en la nevera
No todos los alimentos necesitan las mismas condiciones de conservación. Si bien algunos se estropearían solo en cuestión de horas si se mantienen a temperatura ambiente, otros harían lo mismo en condiciones de refrigeración. Es importante, por tanto, conocer cuáles son las características y necesidades específicas de cada uno de ellos, para darles las mejores condiciones de conservación.
Tomates. Pierden todo su sabor en la nevera porque el aire frío detiene el proceso de maduración, que da el sabor a este producto. También altera la textura porque el frío rompe las membranas de la fruta y lo hace más harinoso. Deben almacenarse a temperatura ambiente.
Plátanos. Como los tomates, el frío de la nevera ralentiza el proceso de maduración de la fruta. Si se guarda un plátano verde, este permanecerá así durante un periodo de tiempo relativamente largo. Sí pueden introducirse los plátanos más maduros que no se vayan a consumir de manera inmediata y, a pesar de que la piel se vuelva negra o marrón, el fruto puede consumirse.
Patatas. El frío puede aumentar la cantidad de azúcar que contienen y dar lugar a un producto arenoso, con mayores niveles de acrilamida cuando se cuecen al horno o se fríen a altas temperaturas. Deben almacenarse en un lugar fresco y seco cuando se trata de patatas enteras. En el caso de que se quieran conservar patatas peladas y cortadas, sí es preferible hacerlo en la nevera, mejor con agua para evitar que se oxiden.
Cebollas. La humedad de la nevera favorece la formación de mohos. La mejor manera de almacenarlas es mantenerlas en un lugar fresco, seco y bien ventilado. No deben almacenarse las cebollas enteras en bolsas de plástico.
Ajos. La refrigeración hace que el bulbo se deteriore de manera más rápida porque añade humedad y favorece el crecimiento de moho. Solo puede almacenarse ajo en la nevera si se ha picado, y se hará en un recipiente cerrado herméticamente. No es recomendable congelarlo porque cambia la consistencia y el sabor. El ajo entero deberá almacenarse a temperatura ambiente.
Pan. El frío reseca el pan, por lo que no es aconsejable guardarlo en la nevera. Excepto si se trata de rodajas de pan de molde, que sí podrían almacenarse en frío, es preferible almacenarlo a temperatura ambiente o congelarlo. Si se congela, debe envolverse para que conserve mejor su humedad.
Aceite de oliva. En la nevera se condensa y adquiere una consistencia similar a la mantequilla. Debe almacenarse en un lugar fresco y, a ser posible, oscuro.
Café. En la nevera, el café pierde sabor y puede adquirir algunos olores de otros alimentos que se guardan en ella. Además, el contacto con la humedad hace que se deteriore. Es preferible conservarlo en un lugar fresco y oscuro, donde conservará mejor su sabor y frescura, lejos del exceso de aire, humedad, calor y luz
Miel. Si se mantiene cerrada herméticamente, puede conservarse fuera de la nevera sin ningún problema durante años, siempre y cuando el envase esté bien cerrado. De lo contrario, entraría humedad en el interior. Con el frío, lo único que se consigue es que se cristalice y que se modifiquen sus particularidades de sabor o textura.
Fuente:
Marta Chavarrías
Richard Sweet
consumer.es